TDAH y ansiedad - parte II En el artículo de la semana pasada (puedes consultarlo clicando aquí) expliqué la relación entre el TDAH y la ansiedad. Ahora podremos abordar el verdadero objeto de este artículo «El teléfono Rojo», que es el uso de la ansiedad como estrategia compensatoria natural del TDAH.
Cuando en TDAH hablamos de la compensación con ansiedad, no nos referimos a cualquier tipo de ansiedad, sino específicamente a la ansiedad producida por el miedo, la preocupación y anticipación de posibles errores ejecutivos que tan comúnmente hacemos los TDAHs (a los que de ahora en adelante llamaremos tedeachadas).
Es así, como muy habitualmente muchas personas con TDAH superan sus obstáculos vitales durante media vida, sin que nadie llegue a percatarse de que, en realidad, existe un problema de atención. Esta estrategia compensatoria natural es útil y, en cierta medida, necesaria, pero, cuando crece y se expande descontroladamente, puede llegar a desarrollar otras patologías como los trastornos de ansiedad.
Por eso, cuando se presentan juntos un TDAH y un trastorno de ansiedad, es fundamental tratar los dos trastornos a la vez, de a poquito uno, de a poquito el otro, porque si no, finalmente la ansiedad se disparará. Descripción de perfil típico de persona que acude a consulta Describiré un perfil típico, pero me gustaría que tuvierais en cuenta que existen en una gran diversidad de casos y el descrito es solo un perfil que es muy habitual encontrarse en consulta. Paciente de entre 30 y 50 años, habitualmente mujer y también habitualmente madre o hija de algún TDAH.
A causa de la ansiedad, acude al médico de cabecera. Este le receta ansiolíticos, que cumplen su función y bajan su ansiedad, pero, al hacerlo, dejan ver algo que permanecía oculto desde tiempos inmemoriales y una semana después de comenzar su tratamiento, se deja olvidado su bolso en una cafetería. Es entonces donde comienza el perverso negocio del banco de la ansiedad. Un banco que presta energía a la persona en forma de ansiedad a un altísimo coste. ¿Cómo se contacta con ese banco? Su número no se encuentra en las páginas amarillas, sino dentro de ti. El teléfono rojo para llamar a esta línea de crédito rápido no tiene ruedas y se llama «autopunición».
La persona empieza a decirse a sí misma «ya he vuelto a fallar», «soy un desastre», «seré tonta», «¿dónde me lo habré dejado?», «tengo que recuperar el bolso sí o sí, ya que, si no lo hago, perderé la confianza en mi autoeficiacia y seré una persona que no sirve ni siquiera para cuidar sus propias pertenencias», y un sinfín de daños autoprovocados.
Y, así, cae en la estafa y realiza esa llamada que solucionará el problema a corto plazo, ya que con la autopunición subirá su ansiedad base, estará más atenta a sus pertenencias y no perderá más el bolso. Pero, como todo usurero, el banco de la ansiedad pone un alto precio, y las consecuencias de la ansiedad reaparecen de muy variopintas maneras: problemas de sueño, sudoraciones, vuelcos al corazón, hiperalerta, desregulación emocional, mal humor, tristeza y un larguísimo etcétera. Es, entonces, cuando regresa al médico de cabecera, para que solucione ese problema de ansiedad. Este sube la dosis o busca un cóctel más potente, ya que, por suerte, la medicina cuenta con recursos para ello, y logra calmar su angustiosa ansiedad. Después de modificar su tratamiento, se encuentra mucho mejor, más calmada, más serena, pero al cabo de una semana se olvida de recoger a sus hijos en el colegio?. Y el teléfono rojo vuelve a sonar.
Si de alguna manera, te ves identificado en el relato, te recomiendo que acudas a un profesional especializado y dejes de intentar compensar los despistes con ansiedad, pues el precio que hay que pagar por llamar a ese teléfono rojo es realmente caro. Solo tienes que buscar en internet «posibles o probables consecuencias del estrés y la ansiedad».
Javier Estévez Rodríguez Psicólogo y director general de Unidad Focus