El oso, la capa y la espada - Javier Estévez
Primera parte: El oso furioso (Conceptualización)
Hace un tiempo acudí a una charla sobre TND en Burgos que impartía Javier Estévez, psicólogo especializado en adolescentes y trastornos de conducta. Me pareció interesantísimo y sentí la necesidad, como periodista y como madre, de entrevistarme con él para hablar sobre el tema. Me llamó la atención que, durante toda su presentación, aparecían imágenes del increíble Hulk, a pesar de que él no habló en ningún momento de este personaje de cómic.
Explícanos qué es el TND.
TND es la abreviatura de trastorno negativista desafiante. Habitualmente se entiende el TND como un problema de conducta. Esto es así porque el DSM lo clasifica dentro de los trastornos de conducta disruptiva, pero eso no quiere decir que el problema resida en la conducta de la persona. Es un problema más relacionado con el afecto que con una conducta mal aprendida.
Espera, ¿qué es el DSM?
El manual donde se clasifican todos los trastornos mentales existentes y suficientemente bien estudiados que hay en la actualidad.
Ok, sigamos.
Como decía creo que el TND está más relacionado con el afecto que con el aprendizaje. Me gusta definir el TDN como el enfado que surge de la impermeabilidad al amor. El amor, el afecto, la estima son para el ser humano más importantes que el propio alimento. Las personas tienen un sistema digestivo para recibir e interiorizar el amor. Este sistema tiene que ir alimentándose constantemente (no por atracones), como la comida. Pero hay personas que, por razones de diversa índole, no pueden digerir este amor. Este problema digestivo del amor genera odio ya que, cuando una persona no es capaz de digerir ese amor, se llena de odio. El odio no es lo contrario al amor, se trata del mismo tipo de relación que existe entre la luz y la oscuridad o entre el calor y el frío. No se trata de términos contrarios, sino que uno es la ausencia del otro. El odio es la ausencia de amor. Por eso, normalmente odiamos a personas que, en realidad, amamos o hemos amado.
El TND es un enfado desmesurado producido por la dificultad de digerir el amor recibido.
Para ellos, el amor es percibido con desconfianza, inseguridad o condicionalidad.
Lo más frecuente es que el TND tenga su origen en la adolescencia como consecuencia de una desconfianza al amor de sus referentes (padres), al percibir este como interesado o incongruente. En otras palabras, el amor no es percibido como un amor INCONDICIONAL.
Las incongruencias parentales, las normas que no se aplican de una manera adecuada, el trato vejatorio hacia el niño en comparación con el buen trato entre adultos pueden desembocar en estos problemas de conducta.
¿Por qué es tan corriente que personas con TDAH desarrollen TND?
Si lo pensamos bien, la estrategia del TND no solo es lógica, sino que hasta, además, es adaptativa para los chicos que padecen TDAH y que están siendo sometidos a un constante maltrato de cualquier tipo («qué malo eres», «es tu culpa») y a una total incomprensión por parte de su entorno. Esto se traduce en enfado, en tristeza o en ansiedad. Y, en el enfado, la responsabilidad queda totalmente externa a la persona enfadada. De ahí, que suela haber una desresponsabilización de aquellas personas con TND.
Pondré un ejemplo para que quede más claro. Mi madre me dice: «Javi, te quiero mucho». Y, en ese momento, yo me siento bien, acogido y seguro. Unas horas después, mi madre aparece enfadadísima y gritando por la puerta de mi habitación diciendo: «Me acaba de llamar la profesora diciendo que no has estudiado nada.»
En este momento, yo me doy cuenta de que mi madre en realidad no me quiere. Al menos no de forma incondicional, solo me quiere si soy buen estudiante, pero, resulta que yo no lo soy. O solo me quiere si pongo bien la mesa o si soy obediente y un largo etcétera de cosas que yo no soy (o, al menos, me lo han hecho creer con comentarios como «ERES vago», «ERES tonto», etc.).
Es, entonces, cuando me empiezo a dar cuenta de que el amor de mi madre es interesado, condicionado a que yo sea la persona que ella espera que yo sea y no me quiere por lo que yo ya soy. Si lo que el entorno me dice constantemente que soy vago, lo asumiré como mi autoconcepto. Si mi madre no me quiere siendo un vago y es lo que creo que soy, sentiré la imposibilidad de ser amado por ella. Si mi madre me exige un comportamiento que soy incapaz de hacer en ese momento ya sea por mis características o por la ausencia de estrategias y aprendizajes, sentiré la imposibilidad de complacerla y me daré cuenta de que, si no la complazco, no seré amado. Por lo tanto, deduciré que su amor dependerá de mi capacidad para complacer su expectativa de lo que desea que yo sea, pero no de lo que yo ya soy.
Pero descubrir que el amor es condicional es algo terrible para todos los niños y no todos reaccionan así, ¿no?
Existen distintas formas de afrontamiento para esta situación, como ejemplo, algunas personas podrían usar la tristeza que ayuda a resignarse y aceptar la realidad, pero la estrategia podría derivar en indefensión aprendida («para que voy a? si total?»), en depresión o convertirse en personas-víctima para afrontar esta realidad. Otras personas, al descubrir que el amor es condicional, podrían optar por la complacencia («debo satisfacer al ambiente porque, si no, no me van a querer», «debo ser bueno para poder ser amado», «debo estudiar y ser correcto») y al hacerlo podían derivar en personas obedientes, preocupadas de los demás, perfeccionistas, hiperresponsables, ansiosas, haciendo intrínseca esta actitud y cronificándola. Y otras personas encuentran en el enfado una salida y son precisamente estas las que son susceptibles de desarrollar un TND.
Debemos entender que estas estrategias son una defensa de supervivencia para el individuo, también en el caso del TND, es decir, que el enemigo no es el TND, sino que este está siendo una capa de protección para la persona y la clave se encuentra en comprender qué ocurre al detalle y, con el objetivo de ayudarnos a esta difícil tarea, he escrito este largo pero detallado artículo
Segunda parte: La pluma con forma de espada (La estrategia)
Explícanos esta estrategia.
Existen diferentes formas de afrontar la opresión pero antes de profundizar en la estrategia TND, hagamos un repaso general por las distintas estrategias que, de forma natural, usan las personas cuando se encuentran en una situación de opresión. Estas respuestas constituyen, no solo una medida adaptativa de supervivencia ante el ambiente, sino también la semilla de distintas psicopatologías que se podrán desarrollar si dicha estrategia se intensifica y cronifica.
Ponnos una situación como ejemplo para entender a qué te refieres con opresión.
Un ejemplo puede ser la situación en la que el matón del cole roba el bocadillo en los recreos. Creo que todos podemos situarnos aquí, porque, de una forma u otra, casi todos hemos visto o vivido algo parecido.
Ante esta situación, las personas pueden tomar diferentes estrategias de supervivencia. ¿Qué cosas podríamos hacer?
a. Quedarte paralizado de miedo
- Respuesta de bloqueo: Es la respuesta más arcaica de todas a nivel biológico y supone quedarnos totalmente paralizados, llegando a desmayarnos o, en casos más agudos, a caer en coma. Es una respuesta muy típica en sucesos traumáticos intensos. Aunque nos pueda parecer extraño, es una respuesta que, en muchas ocasiones todavía hoy, salva muchas vidas. Sin embargo, es poco probable en el ejemplo propuesto, salvo que la persona previamente haya vivido un suceso traumático relacionado con esa situación.
b. Darle una pedrada
- Respuesta agresiva: Enfrentarte al agresor, ya sea con agresividad verbal o violencia física. Es la respuesta del más fuerte físicamente, o, al menos, la del menos débil, ya que, aunque el matón no sea muy grande, seguro que hay otro más débil al que quitarle el bocadillo sin tanto esfuerzo. Es la respuesta que va asociada al enfado y entre otras psicopatologías al TND, pero para poder llevarla a cabo debemos ser capaces de superar, gestionar o disociar el miedo a ser agredidos.
c. No bajar al patio
- Respuesta evitativa: Intentar por todos los medios no afrontar dicha situación, ir a la biblioteca en los recreos, salir corriendo o cambiar de centro. Es la respuesta asociada al miedo. Es una respuesta compleja, con distintas presentaciones como la huida, la evitación emocional, la evitación de la situación. etc. No es igual salir corriendo que no bajar al patio, que cambiar de colegio o, sencillamente, fabular que no está ocurriendo. La evitación puede ser algo dentro de tu mente.
d. Bajar la cabeza
- Respuesta sumisa: Consiste en resignarse a que esa situación es y seguirá siendo siempre así. Esta respuesta va asociada a la tristeza y a la indefensión aprendida («para que voy a? si total?»). Es una respuesta que desde niño nos enseñan a aceptar. Tienes que obedecer es una de las frases que más se les dice a los niños y una de las frases que menos tolera oír un TND, precisamente porque surge para escapar de esta opción.
e. ¿Hacerte su amigo?
- Respuesta complaciente: Consiste en ofrecerle el bocadillo de buen rollo antes de que te lo quite. Intentar hacerse amigo del opresor, quizás siendo coagresor, quizás haciéndole favores. Es la estrategia que socialmente está mejor vista ya que es lo que desde niño te enseñan a hacer: complacer a tus padres, a tus profesores, etc. Es la respuesta más adaptativa para con los demás; sin embargo, nos lleva a convertirnos en personas complacientes, manipulables, etc. Con respecto a los hijos, la inmensa mayoría de los niños intentan como primera opción complacer a sus padres pero, ante las dificultades para lograr que ellos le trasmitan orgullo y satisfacción, pueden optar por otras estrategias de afrontamiento.
f. Chivarte a tus profes
- Respuesta dependiente: Cosiste en pedir ayuda a otros: profesores, compañeros, quien sea que nos pueda ayudar. En principio podría parecer la mejor estrategia, al menos así se lo decimos muchas veces a los niños que se enfrentan a nuestra situación ejemplo, pero la realidad muchas veces nos demuestra que, en ocasiones, es la peor de todas. Más allá de que pueda tener consecuencias de rechazo social o de no ser ayudado por las personas a las que se recurre, el mayor inconveniente de todos es que el individuo podría no aprender a resolver los conflictos por sí mismo e interiorizar que solo otros pueden hacer las cosas.
No se me ocurren más. Y tampoco veo cuál es la buena.
Es que no hay ninguna buena. Todas las respuestas son malas o, como poco, no totalmente buenas, ya que todas ellas llevan asociadas consecuencias negativas para la persona. No se pueden considerar las estrategias como buenas o malas. Algunas tienen más consecuencias negativas que otras en cada situación, porque no solo depende de la estrategia, sino de las características de la persona a nivel familiar, social, etc.
Si pudiéramos tomar una decisión consciente de qué hacer, la decisión tampoco sería fácil. A pesar de esta afirmación, la realidad es que las personas en esta situación no suelen poder tomar una decisión consciente de cómo reaccionar, sino que ya tienen un patrón más o menos estable de cómo reaccionarán. Lo sano sería poder tener todas las estrategias a mano, para poder adaptarte en cada situación. Al principio, lo bueno es aceptar tu punto de partida, cuáles son las estrategias que usas, poder detectarlas, observarlas, analizar sus matices y aceptar que, por ahora, está siendo tu estrategia, para más adelante poder empezar a implementar nuevas estrategias y, ocurra lo que ocurra, responsabilizarte de las consecuencias positivas y negativas que lleve asociada tu elección.
¿Qué determina cuál será el patrón de respuesta de la persona?
El patrón es una conjunción de la genética (temperamento) y ambiente (carácter), es decir, nuestra forma innata de ser y el resultado de las experiencias pasadas. Dentro de cada grupo de estrategias hay subgrupos y variaciones según diferentes contextos, así como situaciones donde se aplicarán unas y otras. Habitualmente las personas tienen un abanico de estrategias válidas en diferentes situaciones pero, en ocasiones, cierran ese abanico reduciendo sus patrones de respuesta y es aquí, donde corremos el riesgo de caer en patrones patológicos, ya que, al reducir nuestras respuestas, se reduce también la adaptabilidad al medio.
Existe un patrón temperamental que orienta sobre qué estrategias son más probables en el individuo en un primer momento. Sin embargo, no lo determina, ya que el resultado de su estrategia será lo verdaderamente determinante para que esta se asiente. Si mi genética me dice que, como primera opción, intente la estrategia evitativa, por ejemplo, pero esta no me da un buen resultado, tendré que ir a la siguiente estrategia de la lista, ordenada por nuestra genética. A medida que más estrategias van fallando, el individuo en su desesperación, va intentando las demás.
¿En TND somos las madres las que le quitamos el bocadillo? No lo entiendo.
No, no. Es algo más complejo. De un matón de colegio, yo no tengo ninguna expectativa previa, pero de una madre, un hijo sí la tiene. Ya desde que es un bebé recién nacido que lleva escuchando toda su vida esa voz desde el vientre, tiene una serie de expectativas puestas en ti.
Desde el primer momento es para él una cuestión de supervivencia. Que no lo abandones, que no lo dañes, que lo alimentes, que lo quieras incondicionalmente tal y como es, que lo valores y sientas orgullo de él? A medida que el bebé crece vas confirmando mejor o peor su expectativa cuando le das de comer, estas ahí para él? etc. Y con el tiempo, del mismo modo, otros van poco a poco sumándose a sus expectativas de supervivencia. Entran en juego papá, los abuelos y otras figuras de apego que al cuidarle, le están prometiendo que él será feliz, que será y se sentirá amado, que será y se sentirá protegido, que será y se sentirá respetado? Todo esto es lo que configura eso que llamamos apego seguro.
¿Entonces cuál es la estrategia del TND?
Es una variante de la estrategia agresiva pero una variante muy concreta. Las personas con TND aprenden a desconfiar de sus referentes afectivos y es entonces cuando ponen en marcha su estrategia, que es la de poner a prueba el amor recibido. Si la mamá me dice algo bonito («te quiero»), el hijo responde con una agresión («PUTA» o cualquier otro dardo envenenado). Con esto, logra observar la condicionalidad del amor, ya que, si la persona se enfada, le estará demostrando que no es un amor verdaderamente incondicional. Sin embargo, si le pregunta
«¿qué te pasa?, «¿estás bien?», «¿por qué me insultas?», «¿he hecho algo que te haya molestado?», etc., es decir, si pone su foco de interés en sus emociones y no en las suyas, será entonces y sólo entones, cuando empezará a creer que es un amor real.
Porque, si la persona se preocupa más por ella misma, o por el que dirán, o por objetos materiales que por el estado de sufrimiento de su hijo, es que no lo quiere incondicionalmente ya que parece estar más preocupada por el objeto que rompió, por sentirse ofendida o por cualquier otra cosa, que por él.
Por su puesto, esto no ocurre en una sola circunstancia, sino que son las repeticiones de la misma situación las que van desarrollando o modificando la estrategia.
Como estrategia puede parecer algo paradójica; sin embargo, no es nada inusual, y nos encontramos en la conducta humana variaciones de esta misma estrategia en muchas situaciones y patologías distintas:
«voy a dejar a mi pareja antes de que ella me deje a mí»; «temo que ella me sea infiel, así que voy a serle yo infiel por si acaso».
Y otro tipo de respuestas que, aunque desde la lógica parezcan poco sensatas, emocionalmente tienen un claro sentido para las personas. Seguramente la persona con TND ponga el amor a prueba más veces, atacando más duro y aumentando la intensidad de la agresión, o quizás haciendo un segundo intento para asegurarse de que es un amor real, y no una simple estrategia para confundirle. Cuanto más arraigada está la estrategia, cuantas más veces haya dado una respuesta de que el amor no es real, más intensidad y frecuencia habrá en las agresiones que realice antes de digerir y aceptar el amor recibido.
¿Es por esto lo de amor contra veneno?
Sí. La premisa fundamental cuando se trabaja con un chico con TND es dar amor aun cuando te dan veneno. Cuanto más veneno recibe se, más amor se debe dar.
Tercera parte: Entre la carretera y el barrando (Los límites)
¿Entonces, no debemos poner límites a los chicos? ¿Les dejamos hacer lo que quieran?
Esta es la pregunta más habitual que me hacen los padres. Claro que no. Los límites y las normas son una expresión de amor, son muy importantes ya que, sin límites, no hay protección y, sin protección, no hay amor. Pero no todos los límites protegen y no todas las formas de poner el mismo límite son iguales. La clave está en que estos límites hagan aumentar la confiabilidad y congruencia parental. Los límites mal puestos o incongruentes deben pagarse, contrarrestarse o equilibrarse, es decir, los límites deben compensar al individuo. Si yo no encuentro un equilibrio entre obedecer a mi jefe y el salario que me paga, me rebelaré o me iré, claro que los niños no pueden irse.
Para que un chico acepte un límite, la figura de autoridad debe ser un referente para él, debe tener criterio y ser congruente, si no, se romperá ese equilibrio y el chico no aceptará esos límites. Además, hay que tener en cuenta la confiabilidad acumulada. Si de repente hiciéramos un cambio y comenzásemos a hacerlo bien, tampoco funcionaría si no reparamos todo el daño anteriormente realizado siendo además constantes en este cambio durante un largo periodo de tiempo.
La pauta general en TND es límites muy anchos pero firmes, es decir, autopistas con gran movilidad y permisividad, pero, donde termina la autopista, un muro de metacrilato. La flexibilidad no nos va ayudar porque genera desconfianza. No pueden existir excepciones o todo serán excepciones. No puede haber flexibilidad o mantendrán siempre la cuerda tensa. Para estos chicos la carretera termina donde termina el asfalto, no en la línea blanca. Tenemos que dejar muy claro y sólidamente donde terminan sus opciones, dándoles mucho más margen de acción que el que dejaríamos con cualquier otro chico.
Pero es que ellos no ven que su carretera tiene al lado un barranco.
Lo saben, pero creen que pueden controlar, que pueden correr a toda velocidad entre la carretera y el barranco. Por eso, nosotros debemos ser sus quitamiedos, pero permitiéndoles ir por él margen y poniendo quitamiedos solo donde haya barrancos. Para que vean que realmente solo ponemos barreras ante peligros reales.
Otro punto de lo más importante es saber separar entre límites propios («YO no te dejo mi coche») y límites ajenos («TÚ no te pongas esa falda»). Los límites que les pongo a los demás sobre mis ámbitos y los límites que les pongo sobre tus ámbitos. Los límites ajenos que yo no pueda corroborar como de riesgo real, es decir, que tienen un impacto negativo directo en la persona, son muy caros y, de no pagarlos, se entra en bancarrota, en la pérdida total de credibilidad. Es fundamental ser verdaderos economistas, haciendo buenas inversiones a corto o a largo plazo para siempre tener crédito en nuestro banco de la autoridad.
¿Qué quieres decir con pagar los límites?
Que me merezcan la pena. A mí me merece la pena que un policía me pare por la calle y me registre si lo considera oportuno porque, si me roban, yo no correré tras el ladrón, ni me liaré a tiros con él. Pero, si compruebo que me roban frecuentemente y la policía no hace nada, o es corrupta, ese vínculo se romperá. Empezaré a ver a la policía como un enemigo al que hay que obedecer por miedo y es aquí donde el TND se rebela, ya que no acata las normas por miedo y solo las acepta por autoridad real, por credibilidad.
Entonces, ¿una de las claves es aplicar bien la autoridad?
Sí, si somos capaces de comprender qué quiere decir la palabra «autoridad». Tú me estas entrevistando, porque me consideras una autoridad en trastornos de conducta. Sin embargo, hasta ahora, yo no te he dado ninguna orden, no te he castigado, reprimido o reprochado nada. No me tienes miedo y no te obligaré a hacer nada que no quieras hacer. Ahí está la clave. La autoridad no necesita obligar porque tú ya crees en lo que te dice. Si lo necesitara, no sería autoridad, sino obediencia y sumisión.
¿Nunca debemos obligar a nada a nuestros hijos?
Ya sabes que sí. Algunas veces es necesario obligarles a hacer cosas, muchas cosas de hecho. A todas las cosas vitales y que de verdad importan, pero todas estas cosas a las que obligamos a nuestros hijos, por un bien futuro o poco tangible, les tienen que merecer la pena en comparación con todas las cosas que nuestros hijos obtienen de nosotros. Por ejemplo, claro que lo llevaré al médico, aunque no quiera y le pondrán una vacuna que nunca sabrá para qué se la puso, porque tampoco contraerá esa enfermedad. Pero, si en mi casa me siento escuchado y respetado en general, si confío en mis padres y en su criterio, pero un día me toca algo malo? lo toleraré, incluso aunque no lo comprenda ni esté de acuerdo. Ahora, si normalmente no me siento comprendido, si me gastan el nombre gritándome todo el día para que haga cosas desde mi punto de vista absurdas, como que haga la cama, pues cada vez creeré menos en mis padres y cada vez mis padres entrarán más en bancarrota? hasta que sienta suficiente opresión para empezar a sacar algunas de las respuestas tipo, entre otras, la del TND.
El TDN es un enfado desmesurado y todas las personas que se enfadan se enfadan por algo. El trastorno es porque el enfado es desmesurado, así como su conducta. Todas las personas del mundo tienen sus buenas razones para hacer lo que hacen, para pensar lo que piensan, para sentir lo que sienten. Eso no quiere decir que todas las acciones, ideas o emociones sean las adecuadas, adaptativas o justificables. Lo que está claro es que, si no comprendemos por qué se producen, difícilmente vamos a poder establecer vías de acción adecuadas para modificar los patrones desadaptativos. Este será uno de los puntos fundamentales en la intervención en TND.
¿Entonces la estrategia del TND es la misma estrategia que la de cualquier trastorno de conducta?
No, ambos tienen el enfado desatado y ambos tienen disociada la tristeza, por eso se encuentran en el mismo grupo de psicopatologías, pero tienen diferentes matices. La estrategia de un trastorno de conducta consiste más en la coacción por violencia. La persona usa la fuerza para que, ante el miedo, el entorno satisfaga sus demandas. Esto ocurre, por ejemplo, en el caso del «síndrome del emperador» también conocido como «hijos tiranos», que consiste en un trastorno de conducta inducido por una excesiva permisividad y complacencia de todas las demandas del niño, que nunca ha tenido que afrontar la frustración de encontrarse con ningún tipo de límites. Este síndrome, a pesar de tener mucha fama y salir mucho en noticias, tiene una prevalencia mínima en comparación con la del TND y muchos profesionales los confunden. El problema de esto es que sus intervenciones son muy diferentes, casi opuestas y eso genera muchos fracasos terapéuticos. A diferencia de este y otros trastornos de conducta, en el TND la estrategia no consiste en que se haya aprendido a salir ganando con el uso de la agresión, sino de la necesidad del individuo de poner a prueba la vinculación de su figura de referencia. La agresión supone una prueba de incondicionalidad. Incluso, cuando busca esta incondicionalidad en figuras que, por definición, deberían ser condicionales, como una pareja, o un profesor.
Creo que necesito un rato para procesar esto.
Tómate el tiempo que necesites.
La capa de odiosa tristeza - parte 4 de 12
Antes has comentado algo que no entendí. ¿Qué es eso de «tener disociada la tristeza»?
Es un concepto complicado. Comenzaré leyéndote un precioso cuento del libro Cuentos Para pensar de Jorge Bucay*:
«La Tristeza y la Furia»
En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta...
En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas?
Había una vez... un estanque maravilloso.
Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente...
Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia.
Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas las dos entraron al estanque.
La furia, apurada (como siempre está la furia), urgida -sin saber por qué- se bañó rápidamente y más rápidamente aun, salió del agua.
Pero la furia es ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad, así que, desnuda y apurada se puso, al salir, la primera ropa que encontró?
Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza...
Y así vestida de tristeza, la furia se fue.
Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho, sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque.
En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba.
Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.
Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad... está escondida la tristeza.
Es bonito pero no lo entiendo. ¿Me explicas el cuento?
El concepto de disociación es algo complicado de entender y sería conveniente para llegar a entenderlo profundizar un poco en el mundo de las emociones? eso que nos mueve, nos esclaviza y de lo que tenemos casi nula conciencia. La alfabetización emocional es una de las asignaturas pendientes de la humanidad.
Hoy en día se trabaja mucho esto desde las escuelas.
Bueno, avanzamos pero, seguramente, siga siendo igual hasta dentro de 100 años. Hay cosas que necesitan generaciones.
Para ir adelantando en este aspecto, te recomiendo ver la película de Pixar Del revés o Inside out. Viendo en el cine esta película, comprendí un concepto que no logré comprender durante toda la carrera de psicología: la disociación. Como término, «disociar» quiere decir separar. «Shakira disocia sus caderas» quiere decir que, cuando baila, parece que ella baila por un lado, y su cadera baila por otro lado. Este es un ejemplo algo tonto, pero me suele funcionar para entender de forma genérica en concepto. En cuanto a la mente, «disociar» quiere decir apartar un grupo de procesamientos y aislarlos de los demás. Como lo que hacemos cuando partimos en dos nuestro disco duro haciendo un «c:» y «d:». La diferencia entre nosotros y un computador es que las disociaciones mentales son mucho más variopintas y graduales, además de existir de distintos tipos. Las hay corporales, dentro de las cuales podemos disociar, en algunos casos, una parte del cuerpo que quedaría paralizada o, de forma más leve y muchísimo más común, disociar nuestra percepción del cuerpo.
« ¿En qué posición tengo los hombros?», « ¿cómo está mi expresión facial?», etc.
También son posibles disociaciones cognitivas donde un pensamiento que nos daña lo apartamos de nuestra realidad o un dato en nuestra memoria que necesitamos olvidar, sencillamente lo bloqueamos. A veces, un pensamiento que nos daña lo podemos ver como algo extraño o ajeno, como si no nos perteneciera o, sencillamente, que sea inconsciente. Pueden ser momentos, días o años según el caso. También existen disociaciones emocionales donde desconectamos una emoción de forma relativamente estable. Las pequeñas desconexiones emocionales son necesarias, (como la risa nerviosa cuando estamos riendo y entra el profe en el aula) pero, cuando lo hacemos de forma estable, es un problema mayor, (no soy capaz de sentir enfado). Por último, existen otros tipos de disociaciones, más parecidas a las de los discos duros, en las que disociamos todo el sistema; disociaciones de personalidad, donde se forman dentro del individuo distintas personalidades no integradas entre sí, porque todos tenemos distintas personalidades, pero habitualmente están conectadas en un yo global, es decir, integradas en un yo unitario. Si no estuvieran conectadas, hablaríamos de otra patología.
¿Y todo esto está relacionado con TND?
No todo. De todas estas, tan solo me interesan para lo que necesito explicar ahora, las disociaciones emocionales que se explican magistralmente en la película de Pixar, que es precisamente lo que ocurre en un TND.
Entendemos que el TND es un enfado desmesurado, un odio y desconfianza profundos hacia tu madre y todas las figuras de autoridad; sin embargo, esta definición es solo lógica en la parte superficial del problema. En la parte más nuclear, el problema es más una disociación de la tristeza. Una desconexión de la tristeza. Pero ¿qué sentido tendría desconectar una emoción tan valiosa como la tristeza?
¿Dices que es valiosa la tristeza?
Sí, claro que lo es. ¡Valiosísima!
Pero siempre pensé que la tristeza era una emoción negativa y desagradable? que era una emoción mala y que te hacia ser débil.
¿Débil? Que irónico. El TND que hay dentro de tu hijo opina igual que tú. Opina que la tristeza le hace débil. Las emociones no son positivas, ni negativas, son adaptativas o desadaptativas y es muy desadaptativo que se muera un ser querido y no sientas tristeza. Todas las emociones son útiles y sirven para algo, en realidad, para mucho más que algo. Las emociones no son controlables, no son voluntarias ni controladas y, en muchos casos, ni siquiera son detectadas o identificadas.
Cuando nos preguntamos de qué sirve una emoción, debemos entender que las emociones tienen distintas utilidades según el grado en el que se dan, como ocurre con los psicofármacos o las drogas. Pongamos por ejemplo los efectos del alcohol: un poquito (mejillas rojas), mucho (euforia), muchísimo (depresión), una cantidad desmesurada (coma etílico). Con las emociones ocurre algo parecido, un poquito de enfado es necesario para iniciar cualquier acción («vamos allá»). Más enfado establece límites con los demás y comunica a los otros que eso no te está gustando («ni se te ocurra»). Mucho enfado hace reaccionar agresivamente (golpe en la mesa) para asegurarse de que los demás captan los límites. Muchísimo enfado defiende con violencia (golpe en la cara) y una cantidad desmesurada de enfado incita al asesinato. Esto no quiere decir que las emociones siempre vayan a reaccionar así, porque depende de cómo nosotros las gestionemos pero, en principio, es su función natural.
Siempre pensé que los que nunca se enfadan era más agradables y mucho más simpáticos, ¿no?
No, no. No se trata de simpatía, sino de adaptación. Si desconectamos el enfado nos quedamos indefensos ante el mundo, llenos de inseguridad, miedo y ansiedad. Si pensamos en el personaje de los Simpson Flanders es un ejemplo de ello. Ese bendito del que se puede abusar, cogerle sus cosas que jamás va a hacer nada para impedirlo y totalmente incapaz de ponerle límites a nadie de su entorno y siempre dependiente de dios o de otras personas para que le puedan proteger.
Existe un capítulo done se enfada y se explica cómo disoció su enfado. Resulta que de niño era un niño travieso como Bart, pero tras un verano con una terapia a base de azotes en el culo, se convirtió en «Flanders».
Me estoy perdiendo ¿eso que tiene que ver con la tristeza?, ¿qué ocurre en TND con la tristeza?
¿Para qué sirve la tristeza?
¿Para llorar y desahogarte?
Sí, pero puedes desahogarte dando patadas a un árbol y llorar también de alegría, enfado, rabia o cualquier otra emoción. La tristeza es la emoción que te ayuda a modificar tus patrones de realidad, de aceptar tu nueva realidad, de asumir las perdidas. «Antes yo tenía un perrito, ahora él se ha muerto y nunca jamás poder volver a verlo porque ya no está». Esta es una dura realidad que la tristeza nos ayuda a integrar. La siento, lloro, suspiro, bajo los hombros y me resigno a que no hay nada que pueda hacer para resucitar a mi perro, por lo que tendré que aprender a vivir sin él.
¿Y esto qué tiene que ver con el cabreo constante de mi hijo?
Pues que tu hijo está cabreado porque no puede estar triste. Ha desconectado tristeza para así poder luchar por su libertad y su valía, ya que, si no puede fiarse de su referente, él debe ser su propio referente y es, entonces, donde la libertad y el respeto a su voluntad se vuelven algo vital para él. Tiene miedo de que, si el conecta su tristeza, tu hagas de él una marioneta:
«pon la mesa», «siéntate bien», «di hola, di adiós»? «levántate», «lávate, «vístete», «estudia», «pórtate bien».
¿Cómo que una marioneta? Mi hijo tiene que hacer todas esas cosas.
Te entiendo, pero la historia que te estoy contando no es la tuya, sino la suya. Te estoy contando el mundo desde su punto de vista. A él le importa un carajo si comemos a las 3 o a las 6. Hasta que no tenga hambre? no necesita comer y, cuando la tenga, poner un mantelito y un platito le es totalmente irrelevante, él podría comer directamente de la nevera o de la olla.
Parece que le conocieras.
Ya te dije que soy tu hijo: «El problema, mamá, es que le has dado mucha importancia a cosas que yo no se la daba y has agotado mi capacidad para ceder, mi capacidad para obedecer y he tenido que desconectar la tristeza para que tú no pudieras ganarme más batallas, para que no terminases convenciéndome, para que yo no terminara resignándome.» Sin tristeza, no hay resignación, solo frustración. Y la frustración se basa en enfado. «Con cada frustración, me voy enfadando más y más y más... hasta que un buen día, la estrategia el TND surgirá de mi boca y te insultaré.» ¿Recuerdas el primer día que tu hijo te insultó con los ojos inyectados en odio?
Claro que sí.
Ese día fue un día muy importante en su vida, él tampoco lo olvidará jamás, ya que aquello que ocurrió ese día ha sido el manantial de lo que hoy puedes ver. Sé que tú ves el TND como el malo de la película, eso que te quitó a tu angelito y lo convirtió en un demonio pero te equivocas. En esta película, como en la realidad, no hay malos y buenos. El único enemigo real que tienes es el desconocimiento. El TND es el escudo, la capa y la espada de tu hijo. La fuerza que le hace luchar por sus derechos, por el derecho a ser bien tratado. A no sufrir de quien más le quiere, tú.
Qué duro. Por cómo me miras ahora, parece que la mala de la película soy yo.
Perdona, son los resquicios del TND que llevo dentro, acaban de encenderse un poquito al recordar el porqué de su existencia. Es algo que todavía estoy puliendo en mi terapia. Entiendo que te he hecho sentir culpabilidad. Lo siento, no es algo que ayude aquí.
Algo que es imprescindible trabajar siempre con los padres es la culpabilidad. Por un lado, sentirla es algo natural, todos los padres la sienten. Ser padre y sentir culpabilidad son la misma cosa, son inherentes e inevitables independientemente de cómo le vaya a tu hijo, pero en TND, vamos a tener que gestionar esa culpabilidad, ya que vamos a ser frecuentemente culpabilizados, no solo por el entorno («le estás malcriando», «no sabes poner límites»), sino que también seremos directamente culpabilizados constantemente por nuestro propio hijo («Es tu culpa, mamá»).
Vamos a partir de una premisa clara. Todas las personas hacen lo mejor que pueden hacer en cada momento teniendo en cuenta sus circunstancias, conocimientos y herramientas de las que disponen. ¿Que lo que hiciste no fue adecuado? No, no lo fue pero, si hubieras podido hacerlo adecuadamente, lo habrías hecho, ya que tu intención era la más pura de las intenciones. Puedo entender que te hayas sentido muchas veces la mala del cuento y mucho más con esa mirada de tu hijo, bien parecida a la que yo acabo de poner, pero te aseguro que tú no puedes ser la mala de la historia. Uno no puede ser el malo y el premio al mismo tiempo y tú eres el tesoro bajo la equis de su historia, su sueño, el gran dorado. Tú eres el premio al final de videojuego. Todo aquello con lo que tu pequeño sueña y necesita emana de ti. Tú eres la solución, pero llevas puesto el problema. Tus miedos, tus inseguridades y tu incomprensión son los enemigos con lo que ambos tenéis que pelear para poder llegar a ese lugar tan soñado.
Y, tú, ¿cómo llegaste a ese lugar? ¿Cómo dejaste de odiar a tu madre?
Mi madre es una santa y la quiero más que a nada, supongo que como todos los humanos del mundo, aunque algunos también las odien. Fue un proceso, no ocurrió de repente. Empezó cuando mi madre aprendió a darse la vuelta y dejarlo correr. Para ella, el ser capaz de darse la vuelta fue una de las primeras y más importantes victorias. Para mí, el punto de inflexión fue el respeto a mis decisiones y a que me aceptase y me quisiera hiciera lo que hiciera. Que me aceptase aunque decidiera ser algo que no le gustase, aunque decidiera hacerle caso al mundo y ser malvado. A los 19 años un día mi madre me dijo una frase que en mi historia ha trascendido como el principio del fin del mi TND. Ella me dijo:
«Hijo mío, te quiero mucho y te llevaré pasteles a la cárcel todos los domingos».
Ella pretendía decirme que el camino que llevaba no era el adecuado, cosa que yo sabía perfectamente, pero que hasta ese momento no podía evitar seguir. Pero esta frase cambio las cosas para mí, porque lo que yo escuché no fue lo que ella quería decirme, en mis oídos la frase que sonó fue: «Hijo mío, te quiero mucho, y te seguiré queriendo si decides creerte lo que todo te han dicho y ser mala persona». Algo dentro de mí se calmó y pude hacerme la pregunta clave: «¿Por qué estoy haciendo todo esto?» «¿Por qué me estoy complicando tanto la vida?» «¿Realmente quiero terminar en la cárcel?». Era el camino que llevaba sin duda.
Qué duro. Necesito un descanso.
Capítulo 5: La «sinfianza» - Edad de inicio
Terminamos contándome el fin de tu TND, pero ¿cuándo empieza el TND?
En términos generales, la literatura separa dos tipos de TND. Los que se desarrollan en la adolescencia y los de aparición temprana. En realidad, el momento de aparición va asociado a la severidad y pronóstico del caso.
Estos dos tipos de TND se interpretan de diferente forma según algunos autores. Los de aparición en la adolescencia, llamados adquiridos, y los de aparición temprana, llamados, erróneamente, genéticos. Es una equivocación habitual pensar solo en el factor genético siempre que se trate de un TND de aparición temprana, ya que su causa se explica, en la mayoría de los casos, por otras vías como problemas en el apego, el maltrato infantil o abuso sexual siendo niño o bebé, la deprivación afectiva o abandono (muy normal en adopción), sucesos traumáticos infantiles, etc.
Es indiscutible que existe un factor genético que influye en la aparición del TND (todos los trastornos tienen un factor genético) pero es un factor reactivo al ambiental. Dicho factor genético solo se «activa» ante determinados sucesos ambientales. No he visto ni un solo caso donde la genética del TND fuese la causante del trastorno de forma clara. Es algo difícil de saber porque, cuando vemos un patrón genético familiar claro de TND, también hay mucho trauma relacionado con ello, por lo que no es fácil de saber pero, basándome en muchos otros casos y en la lógica, lo más sensato sería pensar que debe haber una genética y un detonante que la despierte.
A veces tenemos la idea de que un bebé no puede desarrollar TND pero eso es porque no sabemos mucho de bebés. Hoy en muchos de los paritorios ya tienen cierta sensibilidad con el bebé: piel con piel, respeto de sus tiempos para nacer etc., pero antes esto no era así. El mero hecho de que nada más salir de la barriga de tu madre, te den una azote en el culo, puede ser perfectamente un suceso traumático para un ser que no tiene ni idea de dónde está y solo sabe que su madre no le está protegiendo. Pero todo esto no es más que un ejemplo de las diferencias de trato, no de TND. Lo más habitual dentro de TND de aparición temprana son casos mucho más severos que un simple cachete en el culo.
No suele ser difícil identificar el suceso que hizo que desconfiara de sus referentes. Para que un niño rompa la confianza con sus padres, hace falta algo gordo, ya que, como mamífero, se pone en riesgo su vida ya que se arriesga a ser abandonado en medio de la selva.
Cuando los límites de tus propios padres no son de fiar, tú tienes que marcar tus propios límites debido a que los suyos se han quedado sin fianza.
Y la «sinfianza» no se rompe tan fácilmente como la confianza.
Capítulo 6: El baile del gorila - Los brotes de ira
¿A qué le llamas «el baile del gorila»?
Las personas con TND suelen tener explosiones semicontroladas de enfado. No son explosiones totalmente descontroladas, como las que ocurren en TEI (Trastorno explosivo intermitente), en otros trastornos de conducta o en otras patologías, sino que tan solo son una expresión parcialmente desregulada de su enfado.
Pongamos un ejemplo. Estamos discutiendo acaloradamente con alguien y, cuando nos vamos de la habitación, cerramos la puerta dando un fuerte portazo. Esta situación es una situación común que todos hemos vivido.
Si no hubiera nadie, ¿daríamos el portazo? O, si la persona fuera sorda, ¿daríamos el portazo?
No.
Claro que no. No damos el portazo porque estemos enfadados, sino para comunicar que lo estamos. Ese portazo representa un aviso emocional, una comunicación de mi límbico a tu límbico, es decir, de mi cerebro emocional al tuyo. Cuando yo lo doy me quedo más a gusto, porque me he asegurado de que tú sepas lo enfadado que estoy. Si por cualquier razón, la puerta no hace ruido, sentiré la necesidad de volver a abrirla y dar esta vez un buen portazo.
Bien, pues es exactamente lo mismo que ocurre en TDN, pero en un nivel más elevado. Eso a lo que llamamos «El baile del gorila» es eso, un baile. Un baile en el que el individuo pretende comunicar a los otros lo terriblemente enfadado que está. Por eso, cuando mamá se va de casa, cuando nadie lo ve, el baile cesa y la persona se queda mal, con un montón de enfado todavía dentro que no ha podido comunicar. Si entendemos bien este baile, nos será fácil abordarlo adecuadamente. Lo primero que debemos entender es que no está realmente fuera de control. No va a agredirnos físicamente, por ejemplo. Un TND no agrede físicamente a su madre en mitad del baile, salvo que esta interfiera en el baile y lo lleve al extremo y, en ese caso, será inintencionadamente. Claro, si en mitad del espectáculo, mamá intenta quitarme el móvil? en ese momento es posible que pierda realmente el control y le dé un empujón. O, si mi padre intenta pegarme en ese momento, intentando demostrar autoridad, es probable que terminemos a puñetazos. Pero estos casos solo podrían llegar a ocurrir si nosotros invadimos su espacio o agredimos de alguna forma a la persona en ese momento tan delicado, en la que ella intenta comunicarnos su sufrimiento.
¿Esto es habitual?
Depende de cómo sean sus padres. Muchos padres de chicos con TND jamás les han pegado a sus hijos y este hecho influye muchísimo en cómo el chico va a reaccionar, si ha aprendido que es válido agredir a quien se quiere, o no. Pero lo que sí es muy habitual es que el chico empiece a romper objetos de la casa. Aunque nunca haya visto este tipo de comportamiento, esto es parte del baile. En ese momento, no rompe cualquier cosa. No rompe su propia Playstation, rompe cosas que sabe que son importantes para sus referentes, para sus padres. Y lo hace porque esta es su estrategia básica.
Cada vez que un TND grita, o rompe una silla, o insulta está haciendo una pregunta, siempre la pregunta:
«¿Qué te importa más?»: «¿Qué te importa más, esta silla o yo?», «¿que los vecinos se despierten a las tres de la mañana o yo?», « ¡¿tu orgullo o yo?», «¿tu honra o yo?».
Saber eso cambia por completo el significado de lo que hace.
Recuerdo en mi unidad clínica que un chico brotó y empezó con su baile del gorila. En ese momento, agarró un espejo enmarcado que estaba colgado en la pared y lo levantó en alto. Yo le respondí muy lenta y calmadamente:
«Adelante, rómpelo. Quizá te ayude. Solo es un espejo, da igual, si eso te va ayudar, hazlo».
El chico dejó suavemente el espejo en el sofá y, rápidamente, se puso a buscar por el salón algo para romper que sí me doliera. Agarró una foto mía con Barkley y me miró, supo leer en mi cara que esa foto me importaba, así que la lanzó contra la pared. Yo sabía que, bajo mi rol de referente, no podía darle más importancia a nada que a él, así que gestioné mis emociones y le dije:
«Sí, esa foto tenía valor para mí y, aun así, me da igual. Mírate, estas sufriendo muchísimo, y eso sí que es importante».
En ese momento rompió a llorar de rabia y el brote cesó. Lo más habitual es que tras un brote de ira, vengan lágrimas, pero no debemos confundirnos, no son lágrimas de tristeza, sino de frustración y culpabilidad.
¿Qué cosas debemos hacer y no hacer durante estas danzas?
Lo primero es comprobar nuestro estado emocional. Si nosotros también estamos desregulados, no podremos intentar nada de lo que viene a continuación; por lo que, si nosotros no estamos en un estado de calma, lo mejor que podemos hacer es irnos de allí, bajar a pasear, o irnos a ver a un amigo. A lo que me refiero es que hay que salir de la zona de la explosión.
¿Y el baile parará cuando nos vayamos?
Si la persona queda sola, sí.
¿Y esa es la solución para que deje de romper cosas?
No pero, si no tenemos autocontrol, seguro que empeoraremos la situación. Por eso, lo primero es ser capaces de tener calma y, una vez tengamos claro que nosotros tenemos el control de nuestros actos, las pautas que hay que seguir serán más fáciles de ejecutar.
¿Qué pautas son esas?
1º Mantener la distancia. Cuando en la selva, el gorila lomo plateado se pone a bailar, yendo de un lado para el otro, agitando las ramas, el resto de la manada permanece quietecita, se mantienen a una distancia prudente y esperan a que termine de dar su comunicado.
Bien, nosotros debemos hacer exactamente lo mismo. Mantener la distancia y aceptar su comunicado. Podemos quedarnos, por ejemplo, en la puerta de la habitación y, en ningún caso, invadir su espacio personal hasta que él nos lo permita.
2º Validar emociones. Debemos comunicarle a la persona que estamos recibiendo su mensaje. Debemos hacerle ver que comprendemos que está enfadado y que entendemos que tiene buenas razones para estar enfadado, aunque realmente desconozcamos cuáles son esas razones o nos parezcan absurdas las razones que argumenta. Recordemos que, la mayoría de las veces, no saben por qué están enfadados. A veces, un disparador traumático, algo que le despertó algún trauma del pasado. Yo los llamo «minas», que cuando las pisas, él explota. Hace 10 minutos se pisó una mina, y ahora está gritando supuestamente porque no encuentra sus zapatillas, y dice que nosotros se las hemos escondido. Pero la realidad no es que esté enfadado por las zapatillas, sino que sentía un terrible enfado por esa otra mina no tan fácil de procesar y de la que no es consciente. Como él no encontraba una explicación válida para su enfado pero encontró algo que lo explicase (las zapatillas) se encendió con ello, como si ese fuese el problema.
Si nosotros conocemos cuál es ese origen, será genial que podamos decirle: «Entiendo que estas muy enfadado por el comentario desafortunado de tu padre y no por las zapatillas. Lo entiendo y lo siento». Claro que esto es algo que, la mayoría de las veces, suele estar, al menos al principio, fuera de nuestro alcance. Uno de los objetivos que se trabaja en las terapias parentales es que los padres puedan identificar esos disparadores, para así poder evitarlos o, cuando sean inevitables, anticiparse a ellos y gestionar la emoción antes de que explote la persona.
3º Evitar a toda costa la confrontación. No discutirle nada en ese momento. Durante ese momento de alta intensidad emocional, no va a ser capaz de razonar ni de ser lógico. Es emoción pura, por lo que no tiene ningún sentido que le discutamos o confrontemos realidades y, por supuesto, la confrontación física va a dar terribles resultados; incluso, cuando el niño sea pequeño y todavía no pueda enfrentarse a nosotros.
4º JAMÁS poner en juego el amor. Cualquier demostración de rechazo es muy contraproducente. «Ya no aguanto más», «me tienes harto», «ya no sé qué hacer contigo», «si me quieres, haz lo que te digo», «no seas así», «mira lo mal que estoy por tu culpa», «nos estás destrozando la vida», etc., todas esas frases esconden una misma realidad. El amor y la aceptación se ponen en tela de juicio y este es, precisamente, el mayor de todos los detonantes.
5º No dar a nada más importancia que a sus emociones. Recordar que todo el baile es un comunicado. «Me invade el odio, porque estoy sufriendo muchísimo al no saber si me quieres y me aceptas tal y como soy». Por eso, jamás debemos poner ningún foco en nada que no sea su estado emocional: «Veo que estás enfadado», «entiendo tu frustración», «lo siento mucho cariño, de verdad, que lo siento».
Evitar confirmar su miedo con frases como «Mira cómo te pones», «estás loco», «vas a pagar de tu bolsillo todo lo que rompas». Todas estas frases lo que comunican es que no hemos captado su mensaje y, entonces, aumentará su virulencia y agresividad.
Por último, insistiré más en que para poder realizar todas estas pautas, lo primero es estar regulados emocionalmente. Estar calmados. No mostrar miedo, ansiedad, rechazo o ira, sino estar en paz. Puedo entender que muchos lectores ahora mismo sientan un latigazo interno.
¡Es fácil hablar! Pero, si ves a mi hijo, alucinas. ¿Cómo voy a estar en calmada y en paz?
No he visto a tu hijo pero he sido tu hijo y he visto a muchísimos otros hijos haciendo lo mismo que el tuyo. Entiendo perfectamente ese latigazo emocional y tu respuesta. Es natural. Yo solo estoy contando lo que se debe hacer, no digo que sea fácil. Puede que tal y como lo cuento, parezca fácil para un ajeno a la situación pero en realidad nunca lo es. Al principio, es algo que se puede hacer muy grande, pero, poco a poco, se consigue y se cambia el chip. Y, si no es así, si no se consigue la calma por parte de los referentes, será totalmente imprescindible que estos acudan a una terapia individual, ya que, de lo contrario, no será posible ningún tipo de medida. Si un referente no puede gestionar sus propias emociones, jamás podrá gestionar las de otro y el TND irá a peor.
Capítulo 7: Papá oso y mamá oso - Patología parental
¿A qué llamas «patología parental»?
A las psicopatologías que tienen los padres. Es un tema generalmente tabú y son pocos los profesionales que tienen el valor de ser claros con los padres de sus pacientes. Los padres también tienen patologías y, muchas veces, estas les afectan enormemente a sus hijos y, a pesar de esto, la mayoría de los profesionales no se ven capaces de poner encima de la mesa esta realidad hasta que ya no pueden más con el caso, perdiendo un valiosísimo tiempo entre tanto.
Te voy a contar una dura realidad que todos los profesionales que trabajamos con TND sabemos.
La mayoría de casos de TND que no salen adelante es, principalmente, por el fracaso de la intervención sobre los padres y sus patologías.
¿A qué patologías te refieres?
El muestrario es muy variado: TDAH, TND, trastornos del estado de ánimo como la depresión, trastornos de ansiedad, trastornos de personalidad como el límite, dependiente, narcisista o evitativo entre otros. La lista es grande. Casi cualquier patología del DSM.
Y ¿siempre es así? ¿Siempre hay una patología parental?
Bueno, diría que si no siempre, casi siempre, pero no solo en los padres de TND, sino en general en todas las personas. Nadie está totalmente sano de nada, ni de la piel, ni de la vista, ni del alma (la psique), pero lo que debemos ver es cómo afectan esas psicopatologías en nuestro hijo con TND.
Tengo muchos padres de chicos con TND a los que no he enviado a hacer una evaluación e intervención específica, porque no he visto que esté interfiriendo para nada en el caso y, en muchos otros casos, ya desde la primera cita dejo claro que, si los padres no están dispuestos a tratarse no aceptaremos el caso, ya que finalmente no podremos ayudarlos. Habitualmente los TDN iniciados antes de
El oso, la capa y la espada - versión íntegra del libro sobre TND de Javier Estévez
13 may 2020
Escrito por:

Javier Estévez
2 Comentarios
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Begoña20/04/2023 16:10Y qué hacer cuando después de acudir a sicólogos que te han aconsejado al revés, cuando todo está ya mal hecho, cuando tiene 24 años y no quiere volver a saber nada de ti, cuando tú depresión te ha inducido a intentar suicidarte, cuando él tiene problemas con la justicia, cuando no se deja ayudar y tú y su padre no podéis más de patadas,de frustración.
Cuando además de él y su circunstancia está la ruina económica,la enfermedad de su padre,el abandono de tu propia familia cansada de tus problemas......
En fin cuando ya ves una sociopatia en él,debes alejarte?debes buscarle?
No sé qué hacer,por favor podrías orientarme? Es desesperante...
Gracias -
Trastorno negativista desafiante - No solo tdah20/04/2023 16:10[…] [1] Gabilondo, A. et al. (2007). Prevalencia y factores de riesgo de las ideas, planes e intentos de suicidio en la población general española. Resultados del estudio ESEMeD. Medicina clínica, 129(13), 494-500. […]