Campo de minas - parte 9 de 12 - Sucesos traumáticos

Psicología

Campo de minas - Sucesos traumáticos ¿Qué son esos disparadores traumáticos o minas de los que tanto hablas? Son todos aquellos sucesos que desaten un terrible enfado en él. Son detonantes de traumas de su pasado. Sucesos que recuerde o no están escritos en su cuerpo y en su mente y, cuando se da el suceso, reacciona con una ira tremenda. Es fundamental encontrar los disparadores de su enfado: la autoridad entendida como imposición, las instrucciones y órdenes directas, no respetar sus tiempos, sus creencias o sus necesidades. Es muy habitual que un disparador sea el no reconocimiento de lo que él es, siente o quiere, aunque diría que el disparador más común de todos es el tono de voz agudo que habitualmente ponen las madres cuando se enfadan. De hecho, si buscamos en el formato de enfado, miedo o ansiedad de una madre podremos encontrar muchos de los disparadores de nuestro chico: la cara, la voz, los gestos? Si queremos lograr razonar calmadamente con el chico debemos ser muy conscientes de cuáles son esas minas y evitarlas para que el diálogo pueda fluir. Si en algún momento surgen agresiones por su parte, debemos entender que hemos pisado alguna mina o, como poco, la estamos rozando y hay que abandonar la idea de razonar, poner un tono comprensivo y preguntarle qué siente para luego validar su emoción. Una vez se recupere la calma, podremos volver a los razonamientos. Obviamente, para poder hacer esto, nosotros como educadores tenemos que estar muy trabajados, haber adquirido una gran templanza, seguridad y muchas estrategias. Para esto es fundamental realizar una terapia centrada en nosotros desde dos puntos de vista; por un lado, «entrenamiento parental»; por otro, «control y gestión emocional». Es muy probable que necesitemos dos profesionales diferentes, un profesional cognitivo-conductual, cognitivista o conductista para realizar el entrenamiento parental y otro especializado en trauma para la preparación personal en gestión de emociones. ¿Especializado en trauma? Si, EMDR, sensoriomotor, hipnosis, la caja de arena en niños o cualquier otra terapia basada en el reprocesamiento de la información traumática. ¿No te parece que hay muchos tipos distintos de psicólogo? Es muy complicado para los que no somos psicólogos. Bueno, en realidad también lo es para nosotros. La psicología todavía no está bien segmentada. Eso mismo pasó en medicina. Había algunos que estaban en contra de la especialización, porque al especializarse dejarían de tener una visión global. Sin embargo, el tiempo nos enseñó que la especialización es fundamental y los cardiólogos necesarios, aunque también son importantes los médicos generalistas e internistas que tengan una visión global. En psicología aún no hemos llegado a ese punto. Volviendo a los traumas. ¿Qué traumas son los que más habitualmente te encuentras en TND? Teniendo en cuenta que la mayoría de los TND también tienen TDAH, comparten buena parte de los sucesos traumáticos de las personas con TDAH. ¿Por ejemplo? El trauma por lo académico, el trauma de sentirse diferente, el trauma de sentir que uno falla y que no sirve, que no termina las cosas, el de perder o romper todo lo que toca, el del miedo a tu entorno, el del nombre gastado, el de ser un cansino que no para quieto y un largo etcétera. Vale, vale, creo que capto el concepto. Al final, buena parte de los traumas de las personas con TDAH son el resultado de la criminalización de su sintomatología. «Eres vago», «no prestas atención», «es que no te enteras de nada», «espabila»,  etc. Por cada criterio diagnóstico, hay un trauma, aunque hay muchos criterios no escritos en el DMS. Esto también me hace sentir culpable. Recuerda que tú desconocías todo esto por aquel entonces y no tenías otra opción. Ya. ¿Y los TND comparten esos traumas con TDAH de igual forma? No, de igual forma no. Hay algunos traumas que son los mismos que los que encontramos en TDAH, pero mucho más exagerados, como el trauma de libertad. Esa necesidad de los chicos de correr y esa necesidad de las madres de tenerles de la mano pero que en TDN toma un grado mucho más grande. ¿Y todos los TND tienen TDAH? No, en absoluto. Sí que es cierto que el porcentaje de TND con TDAH es muy muy elevado y que, en general, son los casos menos difíciles, pero también hay TND con cualquier trastorno del neurodesarrollo o sin él, y directamente detonado por un suceso traumático. Lo que ocurre es que el perfil TDAH suele tener tanto la estrategia que antes explicamos, como la impulsividad como los sucesos traumáticos, por lo que es más fácil que desarrolle un TND. ¿Has dicho que los TND con TDAH son menos difíciles? Sí, están más estudiados, son más conocidos y los sucesos traumáticos suelen ser menos graves que los que no tienen TDAH. ¿Y traumas más específicos de TND que de TDAH? Para adentrarnos en esto, primero debemos separar los dos perfiles de TND, el de inicio en la adolescencia y el de inicio temprano, ya que aquí vamos a ver lo diferentes que son. Los de inicio adolescente, que suelen ser casos más fáciles, suelen tener más o menos traumas comunes y bien conocidos. Todos ellos relacionados con rechazo o decepción de sus padres y las incongruencias parentales comunes en cualquier padre del mundo: sobreprotección, sobreinstrucción, autoritarismo y esa sensación de que hagas lo que hagas, siempre les decepcionarás, siempre te rechazarán y nunca van a sentirse orgullosos de ti. Por todo eso, las minas más frecuentes son las órdenes o los verbos en imperativo: «tienes que», «haz», «no puede ser que»; la invasión de su espacio: «recoge tu cuarto»; la no aceptación de sus gustos y opciones vitales: «no me gusta cómo vas vestido ni con quién andas» y el respeto a su libertad y a él como individuo, es decir, si tratásemos a nuestro hijo como trataríamos a nuestro hermano. Todo esto no ocurriría si nuestro hermano vive con nosotros porque lo necesita y no recoge su cuarto, le permitiríamos tener su espacio como él quiera mientras no nos afecte al resto de la casa o, como mínimo, le pediríamos que lo recogiera sin exigencias que generaran mal ambiente. Pero no es nuestro hermano, ni tampoco un adulto. Bueno, hablamos de chicos postadolescentes de 15 a 25 años. Sí que son adultos, al menos, biológicamente adultos. Que la casa sea nuestra no quiere decir que el hogar no sea también suyo y en tu hogar, nadie debería decirte cómo debes vivir, siempre y cuando no afecte a los demás y, que yo sepa, no hacerse la cama no le afecta a nadie. Debemos aprender a diferenciar entre casa y hogar. Nunca decir: «esta es mi casa», sino «este es tu hogar». Parece que os habéis compinchado él y tú. Te juro que no le conozco de nada pero le entiendo y tú necesitas entenderle también. Entender por qué te repite una y otra vez esta frase: «No me des órdenes como a los perros». ¿Cómo lo sabes? Veo que no terminas de aceptar que lo que le pasa a tu hijo es solo un comportamiento bien estructurado y predecible. Esa frase, la de «yo no soy tu perro» es la forma en la que te pide respeto. Te indica cómo puede que ya no es tuyo, que ya no es una prolongación de ti. Pues para no ser una prolongación de mí, bien que pide pasta y chupa del bote. Obviamente, no es solvente y necesita dinero pero lo que ocurre aquí con el dinero requiere de una explicación aparte. El TND y la propiedad de sus padres se rigen, desde su mundo, por unas normas diferentes. Si, lo mío es mío y lo tuyo también es mío. Veo que ya conoces la ley principal. Efectivamente, lo mío es mío y solo mío, pero lo tuyo mamá, también me pertenece porque tú y todo lo que de ti emana me pertenece, como durante mucho tiempo yo te pertenecí. Suena a venganza. La venganza explica la mitad del suceso. Recuerdo un chico que quería que su padre le comprara un coche, uno carísimo y en un momento de enfado soltó: «Que me lo compre y, si se arruina por comprármelo, mejor. Me dio una infancia de mierda, pues ahora que me compre el coche que quiero». Gracias a que él soltó esta frase, pude más adelante hacerle ver esas dos crudas realidades: 1- La realidad superficial: Es por venganza que ahora quieres que ellos te pertenezcan a ti y, si no trabajas esto, terminaras haciéndole a tus hijos lo mismo que te hicieron. 2- La realidad más profunda y cruda: El dinero es lo que puedo interpretar como amor y libertad. El dinero de mis padres significa dos cosas, que me quieren, por eso me lo dan y que, además, me dan libertad, porque el dinero supone libertad para poder hacer lo que quieras. El problema es que esto es infinito y nunca llegará a saciar. Como quien compra zapatos porque no se siente querido por su familia, por muchos zapatos que compre jamás se sentirá querido. Esto es algo hay que trabajar tanto con el padre como con los hijos, así como todos los protocolos de seguridad antirrobos. Todo lo de valor debe estar o fuera de la casa o en una caja fuerte de verdad. No se lo pongas a su alcance o el responsable serás tú. Es como si le dejas papelinas de heroína a un yonki. Él no podrá hacer otra cosa que robar ese dinero, porque para él eso no es un robo, sino que es suyo por derecho y porque haciéndolo intenta recuperar el amor que no fue capaz de digerir. Estás hablando solo de los postadolescentes, ¿por qué? Esto no ocurre con los de aparición temprana. Sí, sí que ocurre, pero ocurren otras cosas también. Verás, para un mamífero preadolescente, el ser abandonado o repudiado por su familia supone un riesgo total de muerte. Los mamíferos no sobreviven sin sus referentes. Que un adolescente que, biológicamente, es un adulto se rebele, es natural. Necesita dejar claro que ya no es una prolongación de sus padres, pero que lo haga un niño no es nada natural. Los niños bajan la cabeza y soportan todo tipo de maltrato y vejación porque saben que, si son abandonados, mueren. Pero esto se rompe en los niños con TND. Lo que esto quiere decir es que el suceso traumático que decanta el TND en niños debe ser muchísimo más grande o, si no, los chicos esperarían cargándose de odio hasta la adolescencia y ahí explotarían, como suele ocurrir. ¿Y qué puede ser tan potente para romper esta ley natural? Situaciones que inconscientemente perciba como igual de peligrosas. Los traumas más habituales son de abandono, pertenecía y rechazo y suelen ser en un grado mucho más severo que los que se ven en adolescentes. Aquí es donde la patología parental tiene siempre mucho que decir. Situaciones de maltrato físico, abusos, chantaje emocional, culpabilización de los hijos de la mala gestión de las emociones de sus padres: «Por tu culpa mira cómo estoy», «yo no quiero pegarte, pero es que me llevas al extremo», «es que me pones loca», etc. Frases como esta nos dan un ejemplo de lo que hablo. Muchas veces la adopción, los divorcios mal llevados o cualquier otra situación dejan claramente de manifiesto que tus padres no son referentes seguros ni confiables y que, ya desde bien pequeño, vas a tener que tomar tus decisiones para sobrevivir. ¿Siempre es todo tan extremo? Si empiezas una pregunta con siempre, es difícil responder que sí. Te diré que están pasando por mi cabeza montones de casos muy duros con traumas muy duros y que, además, el TND hace que los traumas aumenten. «Como no me soportaban, me llevaron a un internado». Y otro abandono y retrauma. «Como grito, mi madre se vuelve aún más loca» y otra retraumatización. Es como darle martillazos a un clavo. Suceso a suceso se va profundizando más y más en el trauma. «Esperaba sentado a que su padre le viniera a recoger, pero nunca venía». Dentro de los de inicio temprano existen los de inicio extremadamente temprano, siendo niños de menos de 3 o 4 años. Estos son más complejos todavía, y nos es mucho más difícil llegar al trauma. Muchas veces ocurre en el propio parto o en cómo los papás gestionan que lloró incesantemente los primeros años de vida o muchas otras cosas que ocurren de bebé, pero que no damos importancia porque solo son bebés, y los bebés no recuerdan nada. Y es cierto, no lo recuerdan y por eso el trauma es terriblemente más difícil de superar, porque no hay opción del reprocesamiento de dicha información traumática. ¿Te parece otro café? Claro. Siento tener que parar tantas veces. Oh, no, yo te agradezco que me digas cuándo parar. La información tiene que asimilarse, si nos cogemos una indigestión no aprenderemos nada. Es tan importante avanzar como descansar.

Escrito por: Javier Estévez
Javier Estévez
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