¿Qué papel tienen las creencias en nuestra realidad? ¿Cómo de seguros estamos de esa realidad? ¿Y qué implicaciones tienen estas creencias en nuestra salud mental?
Nuestros pensamientos y creencias forman nuestro lenguaje interno y cada uno de nosotros tiene una forma diferente de pensar e interpretar la realidad. Estas creencias juegan un papel muy importante en nuestro funcionamiento ya que lo que pensamos acerca de lo que nos ocurre, de la gente, e incluso de nosotros mismos, nos produce ciertas emociones y hace que nos comportemos de una forma determinada.
De esta manera, cuando sentimos ansiedad porque llegamos tarde a trabajar o porque no encontramos la libreta de matemáticas, no son realmente las situaciones las que están causando esas emociones, sino la interpretación que nuestro cerebro hace de esos acontecimientos. De hecho, ante una misma situación, una persona puede sentir emociones diferentes a otra. La diferencia radica en lo que el cerebro ha pensado acerca de la situación
Por lo tanto, es importante identificar estas emociones intensas (ansiedad, depresión, culpa, vergüenza intensa?) que no nos dejan adaptarnos a nuestro entorno de manera adecuada, los estímulos que las disparan y los pensamientos que las provocan. Sin embargo, antes de trabajar todo esto, es importante identificar si la emoción que sentimos asociada al pensamiento, también nos está generando malestar y sufrimiento. Es decir, a veces la emoción se convierte en disparador de otros pensamientos y emociones intensas.
Esto suele ocurrir cuando te das cuenta de que estás ansioso o deprimido y te dices que no deberías sentirte así, provocando más ansiedad, culpa, vergüenza o irritabilidad. De hecho, una característica relevante de los trastornos emocionales (por ejemplo, trastornos de ansiedad) es el rechazo y autocastigo por tener emociones no deseadas. Este fenómeno se ha bautizado como El estrés del síntoma.
El estrés del síntoma se puede dar, por ejemplo, cuando nuestro cerebro rechaza la emoción de ansiedad, diciéndonos que no deberíamos sentirnos así o que somos imbéciles por sentirla:
Es fundamental detectar este estrés del síntoma ya que es común que de manera automática nuestro cerebro intente evitar o controlar las emociones desagradables, luchar contra ellas o juzgarnos por sentirlas, lo que generará emociones más intensas y disfuncionales.
¿Y tú? ¿Sientes que intentas controlar la ira, pero no eres capaz y te frustras? ¿No puedes evitar sentir tristeza cuando te pones ansioso?
En terapia cognitiva trabajamos con estos pensamientos asociados al estrés del síntoma, identificándolos, debatiéndolos y modificándolos por unos más funcionales que generen emociones que nos permitan adaptarnos de manera adecuada.
En este punto, intentar aceptarse a uno mismo con esos sentimientos y aceptar la molestia que pueda provocar tenerlos cobra un papel muy relevante. Para ello es primordial saber que estás teniendo esa emoción, notarla en tu cuerpo, ser consciente de que la emoción no eres tú, sino que te ha venido a visitar, observarla y tratarte con cariño y amabilidad.
Marta Davila Psicóloga en Unidad Focus