Tras licenciarme en psicología, mi interés por el comportamiento humano me llevó a especializarme en análisis funcional y modificación de conducta siempre con perspectiva de género.
No lo vamos a negar… La vida no está hecha para cumplir nuestras expectativas, por eso el dolor es algo inherente a ella. A la vez, podemos aprender a transitarlo mientras lo validamos sin juzgar.
Cada comportamiento que realizamos desempeña una función, es decir, tiene un “para qué” y son resultado de nuestra interacción con el contexto (histórico y presente). Entonces, si conseguimos identificar cómo lo hemos aprendido y qué función está desempeñando, podremos plantear nuevas estrategias para aprender comportamientos alternativos que te permitan adaptarte a esa situación que te está haciendo sufrir.
Mi compromiso en terapia es crear un ambiente cómodo y de confianza donde tengas la oportunidad de conocerte mejor, entenderte y aprender cómo poner en marcha los procesos necesarios para propiciar los cambios deseados buscando una dirección valiosa que te acerque a eso que te proporciona sentido y bienestar. Todo esto sin dejar la evidencia científica de lado. Porque ciencia y calidez no son incompatibles.
“Conforme crecemos, en el juego que esas distintas fuerzas de las que huimos y que buscamos provocan, nace el malestar como algo que, sintiéndose negativo, es necesario, pues nos permite estar alerta y mejorar”.