Una definición de la ciencia afirma que ésta simplemente se dedica a descubrir lo que ya estaba ahí. La terapia tiene un poco de eso, el paciente redescubre lo que estaba ahí mismo, lo que, de alguna manera ya sabía pero no conseguía ver o dejó de hacerlo.
La terapia no deberían ser verdades revolucionarias, al revés, se parece más a buscar un cambio en el modo en que nos contemplamos y así descubrir un nuevo orden. Todo está ahí, simplemente la disposición actual quizá ya no funciona, nos hace daño y exige establecer una nueva asociación entre los componentes.
Muchas veces ese cambio implica una serie de esfuerzos, algo que rechazamos, que vemos como imposible o que ataca a nuestras creencias. Casi siempre ahí se encuentra la razón por la que no se conseguía ver aquello que ya estaba ahí.
Considero un privilegio poder sentarme delante de una persona y construir una relación a partir de la nada. Acceder a su mundo personal, intentar encontrar esa nueva perspectiva y, quizá, acompañarle en su redescubrimiento.
El nacimiento de la ciencia fue la muerte de la superstición